Wednesday, June 29, 2011

El Regalo de Dios - Pastores Drs. José y Lidia Zapico

Capítulo I

El Regalo de Dios





1. Dádiva  de amor sin límites

Cuando hablamos de un regalo siempre viene a nuestro pensamiento el equivalente: “sin costo alguno” o “gratis”; es cierto. Todo regalo se obtiene sin pagar nada,  por eso es regalo. Así mismo es la gracia de Dios. Al encontrarla  tenemos que asociarla a un regalo sin merecerlo, tomarla  y no soltarla nunca más.

·        La gracia es el regalo que, recibimos del Padre por la obra que hizo  Cristo. Este regalo es completo y total para suplir todas las necesidades del ser humano  (sin costo alguno).

·        El padre envió a su hijo Jesucristo (la gracia revelada) como “don” para los hombres. En Él recibes la virtud de la salvación.

·        El amor del Padre fue tan grande hacia su creación, que entregó lo que más amaba (su hijo) para la salvación de todos aquellos que en Él crean.

La obra que realizó Jesucristo al entregarse y morir en el lugar de los pecadores, fue consumada y finalizada totalmente en su muerte en la cruz y en su resurrección al tercer día. Por tanto, no se puede añadir ninguna obra personal, ya que Dios acepto esa obra siendo justicia recta para el necesitado. Ningún sacrificio humano lo puede remplazar ni nada se puede añadir a esta obra perfecta.
Creer en la obra perfecta de Cristo nos hace llegar a vivir  bajo la “gracia” (obra completa de la entrega vida y obra de Jesús). En este trabajo divino, Dios quiso que la mano del hombre no generara nada  para que toda la gloria fuera solamente para Él.

¡La salvación es por fe, y se recibe por gracia y sólo a Él es la gloria!

2. Vivir bajo la gracia es dar

El Padre dio a su hijo Jesucristo. Por eso, vemos que el favor de Dios es dar, el beneficio del hombre es recibir. Dar y recibir es lo destacado en la gracia.
La gracia muestra, entonces, lo que Dios es en su naturaleza y carácter, y no lo que nosotros somos en nuestra insuficiencia. Dios en un Dios de amor, el amor es dar y entrega. El que da se beneficia porque su corazón se ensancha más y más. Por eso Dios es el que recompensa el ser dadivoso dándole en abundancia, porque por gracia damos después de que hemos recibido. Este es el beneficio de recibirlo a El en nuestro corazón, que recibimos beneficios de Dios y estas listo para dar más de su amor a otros. Es un ciclo sin parar, este misterio es parte de la gracia. El que más da, más tiene para dar. Este es el don de dadiva de Dios.
El carácter de Dios es dadivoso y compasivo. Dios es amor /ágape/, este amor es entregarse, es darse a sí mismo. El que conoce la gracia conoce el amor de Dios, y el que conoce el amor de Dios y lo practica, anda en la luz.

“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:5-7
La gracia se refiere, entonces, al carácter esencial de Dios. Porque Dios, por causa de su grandeza y de su plenitud, no necesita de nadie ni de nada; Él se complace en dar.
3. La gracia nos enseña de dónde hemos sido sacados.
La gracia de Dios es la que nos cubre y nos hace parecer especiales. Porque Él es especial. Debemos tener muy claro en nuestro corazón  de dónde nos sacó el Señor para que nunca nos ensoberbezcamos, ni pensemos que es por nuestra propia justicia que Él nos amó y nos escogió.
El regalo de Dios se manifestó primeramente a Israel, al escogerlo de entre los pueblos y santificarlo; no por sus obras o por habérselo merecido. Dios habló al pueblo por medio de Moisés, diciendo:
"Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra." Deuteronomio 7:6
Sin embargo, era el pueblo de su elección, y damos alabanza a Dios porque los escogió, porque Él sabe lo que hace, por eso es Dios. “Por pura gracia los ame”, así es ahora, somos llamados para alcanzar las riquezas de su gracia, para que la excelencia sea de Dios y no del barro que Dios formó.
Pero, además, fue hablado por los profetas y establecido por boca de Dios que el pueblo que no lo había conocido también recibiría ese don de la fe y la salvación de parte de Dios mismo. Dios prometió que toda la humanidad tendría la oportunidad de participar de la “gracia”, por su bondad.

Isaías fue el profeta que anuncio la venida del Mesías en su carácter como Salvador y Rey. Sus predicciones y proclamaciones proféticas nos incentivan a recibir la virtud de Dios mismo  gratuitamente.

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.” Isaías 55:1

“He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.”
Isaías 55:5

Jesucristo fue enviado lleno de gracia y poder para beneficiar a todos los que tendrían hambre y sed de justicia. No por precio ni dinero, porque Él pagaría la obra completa.

4. Jesús mismo se constituyó el regalo de Dios para la humanidad.

“Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos.” Isaías 45: 13

El hijo del Dios viviente fue manifestado a todo el mundo para que a través de su vida, muerte y resurrección todos los que creyeran recibieran por la cruz:

1.   Liberación de la pasada  manera de vivir
2.   Rotura de sus cadenas (pecados)
3.   Redención total
4.   Herencia de todas las promesas tanto en la tierra como después de la muerte; la vida eterna

La sangre derramada en la cruz del calvario fue el precio a pagar para el rescate de nuestras rebeliones y maldiciones que estaban sobre el hombre.

“…sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación…” 1 Pedro 1:18, 19

Todo aquel que cree y vive bajo los beneficios de Jesús, tiene un cántico de gratitud en sus labios, tal como dice la Palabra: “Dad gracias a Dios siempre”. Así como se nos exhorta: “Sed pues agradecidos”.

Reflexiona y memoriza:

Muchas personas no tienen más porque ignoran los favores ya dados y no saben cómo hacer para “recibirlos”. Estas virtudes las disfrutan sólo los conocedores, aquellos que han hecho suyas  las promesas de Dios por la fe. Creer en las promesas, aplicarlas y vivirlas en todos los ámbitos de la vida física,  emocional  y  espiritual te constituirá en un vencedor. Recuerda que el propósito de Dios para cada hijo suyo es que llegue a abundar en prosperidad y virtud para toda buena obra. 

Capítulo II

La Gracia Verdadera



  
1. ¿Qué es la gracia?

La palabra gracia, en griego es /jaris/, que denota perdón tanto humano como Divino.

“Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.” Romanos 5:15
La palabra gracia es una de las más extraordinarias de toda la Biblia, en ella se encierra todo el amor de Dios manifestado a  sus criaturas, siendo esta un rasgo indecible de nuestro bendito Dios; incomprensible muchas  veces para la mente humana.
Esta gracia se ha manifestado a través de la historia y se observa en sus tratos de Dios con el hombre. La gracia de Dios comenzó a funcionar apenas el hombre cayó en el engaño, en el jardín del Edén. Sin embargo, antes de que esto ocurriera, Dios ya había hecho su plan para recuperar al hombre hacia  su eterno propósito, basado en su amor. De la misma manera que el pecado afecta al hombre, también afecta a toda la creación, es por eso que su gracia alcanza a toda la creación.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.” Juan 3:16, 17
La expresión “de tal manera”, resalta la intensidad o grandeza del amor de Dios que, siendo Él el Padre Eterno, entregó a su Hijo único y perfecto para que muriera a favor y en representación de la humanidad pecadora.
A pesar de la caída del hombre, Dios siempre ha estado dispuesto a:
·        Levantarlo, porque estaba caído de su gracia.
·        Perdonarlo, porque había desobedecido.
·        Transformarlo de su imagen pecaminosa, a la posición de hijo de Dios.
·        Proporcionarle dones y talentos para que alcance su propósito en la vida.
·        Colocarlo en una posición de gran estima junto a Él.
2.  Profundizando en la gracia verdadera

Lo primero que la gracia nos da es el privilegio de conocer a Dios como el Dios de toda gracia y de todo don perfecto.
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” 1 Pedro 5:10
Dios se revela a sí mismo en su gracia por medio de Jesucristo. Él revela completamente su forma de ser, su carácter, amor y misericordia hacia sus criaturas.
"…la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo." Juan 1:17
De manera que ahora, por medio de Jesucristo, tú puedes conocer al Dios de gracia. La gracia tiene una sola dirección de Dios hacia los hombres, de arriba hacia abajo. Así que, los que conocen la gracia de Dios son portadores de las mismas virtudes de la gracia: dan amor y también usan constantemente la misericordia.
El amor, además de ser vertical, del  cielo a  la tierra, también es horizontal, en las relaciones del hombre con su prójimo (hacia los lados). Un corazón que ha recibido el amor de Dios sabe darlo.
Un corazón que ha recibido la gracia debe saber expresar la gracia. El don de la gracia es dar sin esperar recompensa, es dar al pobre porque sabe que no le va a poder devolver lo recibido. La gracia es dar con el amor de Dios sin esperar recompensa; dar de gracia por el infinito e inmenso amor.
Los cristianos tienen que entender y analizar el  vivir en la gracia por gracia y para la gracia.
·        Vivir en la gracia porque Él nos amó primero
·        vivir por gracia para que el yo y la soberbia del hombre sea disminuida hasta desaparecerla.
·        vivir  para la gracia es vivir para Dios y servirle por amor, no esperando nada a cambio.
El profeta Isaías se refirió acerca de las obras del hombre frente a Dios diciendo: “estas son como trapos de inmundicia”. La obra humana no justifica su pecado ante el Padre. La obra de Cristo si porque fue perfecta, Cristo se hizo justicia para que fuésemos “justos”.
Dios se reveló en el pasado como el Dios de misericordia. ¿Acaso todos los que conocieron al Dios Adonai, no han gustado de la benignidad del Señor? ¡Claro que si! Por eso, el salmista David repite tantas veces la frase “Porque para siempre es su misericordia” en su Salmo 136  
“El es el que en nuestro abatimiento se acordó de nosotros, porque para siempre es su misericordia; y nos rescató de nuestros enemigos, porque para siempre es su misericordia. El que da alimento a todo ser viviente, porque para siempre es su misericordia.”
Salmos 136: 23-25
Su amor es tan grande que da alimento continuamente a todo ser viviente, no sólo al hombre, sino a todo ser creado por Él. La palabra dice que el sol sale sobre los justos y pecadores, y que su justicia se refleja diariamente.
El corazón del hombre es estrecho, mas el de Dios es amplio. La medida de su corazón es mucho más grande que la de sus criaturas, y Él actúa según su insondable compasión, en sus altos pensamientos y sus caminos inescrutables.
Por medio de Isaías Dios dice:
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” Isaías 55:8, 9
¿Cómo son los pensamientos y los caminos del Señor? Son más sublimes y más altos que los de los hombres. Por eso, no se pueden comparar. La mente del hombre es limitada, mientras que la de Dios es infinita. Sus caminos son calzadas eternas, con proyección en rectitud y justicia. Sus pensamientos están más altos que los cielos sobre la tierra; así son sus caminos, más altos que los nuestros. Los pensamientos y los caminos de Dios son inalcanzables para el hombre, pero Dios, que es bueno en misericordia, mandó a Jesucristo para abrirnos camino hacia el Padre.
“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Porque el Señor no desecha para siempre; Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.” Lamentaciones 3:22, 23; 31, 33.

Dios se renueva día a día, vive dentro de la eternidad. Antes de conocer la gracia, debemos conocer la misericordia, porque ésta nos lleva a su amor y revela la gracia. No hay gracia sin amor, ni hay amor sin misericordia. Dentro de esta renovación diaria está el misterio de la ciencia de Dios, manifestada en su carácter. Su fidelidad es el reflejo de su misericordia, su inteligencia y omnisciencia.

El Apóstol Pablo expresa:

“¡OH profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” Romanos 11:33

Esto nos indica que los propósitos y decretos de Dios están por encima del pensamiento humano, como también las formas para hacer las cosas que Él  ha escogido para cumplir estos  propósitos.

¿Qué mente puede entender las profundidades de su amor?

“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1:17
El salmista David dice:
“No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen.” Salmo103:10, 11
¿Acaso Dios no hace salir el sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos y pecadores?
El no abrió su boca para maldecir a todos aquellos que le injuriaban. Jesús le dijo a la mujer pecadora: “…ni yo te condeno; vete, y no peques más.”
Nosotros actuamos, nos movemos y juzgamos según la pequeñez de nuestro corazón; pero Dios actúa, se mueve y juzga según su gracia y amor incondicional. Jesús devuelve bien por mal.
De esa misma manera obremos nosotros sobre aquellos que nos ofenden, y recibiremos la aprobación en nuestro corazón; la paz dejará de ser un nombre para convertirse en un nuevo estilo de vida.
La palabra “gracia” es como una estrella que destella muchos rayos, que todos ellos combinados realzan la palabra amor. Entrelazándose la misericordia, el perdón, los dones, el favor, la compasión, la fidelidad y lo más grande: el amor.

3. La fe es un don de Dios
La gracia es el regalo inmerecido de Dios concedido al hombre, pero hay un canal para recibirlo, y éste es la fe.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios…” Efesios 2:8
La fe es un don de Dios. Es el don ofrecido, no en virtud de mérito alguno, sino en virtud del carácter de quien la ofrece. No es por el merecimiento de quien lo recibe, sino por la generosidad de quien lo da.
La gracia es la mano extendida de Dios hacia el hombre para bendecir, la fe es la mano del hombre extendida para recibir.
“Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de bien."  Salmo104:28
La fe es la mano del hombre alzada hacia Dios; débil, titubeante y a veces dudosa, pero con amor de parte del creador recibe la abundancia que se desprende de su mano generosa, como la miel dulce, como la mirra fragante.
La fe, sin duda, es un don maravilloso, pero a cada uno se le ha dado una medida de fe. A esa medida espiritual se le puede aumentar ejercitándola. No es suficiente pedirla como lo hicieron los discípulos impresionados por los portentos realizados por el Señor; ellos le dijeron: "Auméntanos la fe". El Señor no les responde directamente, sino que les dice: “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.” Lucas 17:5, 6
La fe se cultiva, se incrementa y crece oyendo y leyendo la Palabra de Dios con disciplina y voluntad propia.
El  apóstol Pablo enseño: "Así que la fe es (o viene) por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." Romanos 10:17
El Señor Jesús tenía esa fe, no sólo porque era el Hijo de Dios, sino porque Él había hecho suya la palabra de Deuteronomio 8:3, que dice: "…no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre". Desde adolescente, demostró alto conocimiento de la Palabra con las penetrantes respuestas dadas a sus adversarios, mostrando un conocimiento profundo de las Escrituras.
Hoy nosotros tenemos el mismo camino para alcanzar una fe sobria  y poderosa. La fe no es un asunto de fabricación humana, ni el don de Dios se puede comprar. La fe se nutre con las palabras de la fe.
“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.” 1Timoteo 4:6
La fe de Dios es la única y verdadera fe. Esta es, como dice en el Evangelio de San Marcos 11:24, “cree las cosas como si ya estuvieran hechas, para que lleguen a ser”. Busca la fe de Jesucristo para que esta te lleve al encuentro con tu Padre celestial.

4. Amor inmerecido
Analicemos tres palabras griegas para expresar amor: /eros/, /philia/ y /ágape/. La palabra griega /ágape/ no existía en el diccionario griego hasta que Jesucristo llegó y sus discípulos la comenzaron no solo a usar, sino a vivir. Apareció en los escritos de los Hechos de los Apóstoles y en las cartas  recopiladas llamadas hoy día el Nuevo Testamento.
La palabra /Eros/ era usada por los griegos como el amor sensual entre una pareja (placer, erotismo); ellos la utilizaban para dar a entender el placer en el sexo. Para referirse al amor familiar y matrimonial los griegos usaban la palabra /philia/.
La palabra /philia/ encierra la idea de un afectuoso reconocimiento, y se usaba con respecto al amor familiar y entre amigos. La mejor traducción para esta palabra es "aprecio".
/Ágape/ es la palabra griega usada en el Nuevo Testamento, e indica el amor dado por Dios a sus hijos. Fluyó desde la cruz al hombre y desde el pecador regenerado, por la sangre de Cristo, fue transmitido al prójimo. Ágape no es una mera emoción pasajera, es el amor de Dios dándose a otros. Ágape es entrega, es sufrido, es benigno y todo lo que es descrito en 1Corintios 13.
El amor ágape no es posible para el hombre natural; por tal motivo, es necesario tener el fruto del Espíritu Santo y ejercitarlo. “Ágape” es, verdaderamente, el amor como virtud cristiana, porque es amor de Dios. Dios es amor, entrega y pasión.
Este es el amor de Dios, es la  expresión de su gracia admirable que va uniendo al Padre, al Hijo y a nosotros. “Ágape” es el lenguaje que nos une al cuerpo de Cristo y manifiesta que somos realmente hijos de Dios. 



Capítulo III

Andando Bajo el Favor de Dios




1. ¿Qué es vivir bajo el favor de Dios?

Para tener una vida exitosa y llena de abundancia, tienes que conocer los planes de Dios para tu vida, y saber quién eres en Cristo. Muchas personas no tienen más porque ignoran qué deben hacer para “recibir” los beneficios que Cristo da.

El favor es la gracia derramada sobre un hijo de Dios. Es vivir plenamente las promesas de Dios, tomarlas y recibir sus beneficios por puro amor. Así como también, el creer incondicionalmente es lo fundamental, para alcanzar las promesas de Dios.

¿Qué es lo que está impidiendo que tú avances en tu caminar con Dios? ¿Cuáles son los  obstáculos, preocupaciones, malestares que se  tienen que disipar delante de ti?

Dios ha escogido en estos tiempos hombres y mujeres para reedificar la obra gloriosa dentro del pueblo de Dios. El favor es lo que Dios hizo por ti; produce que los obstáculos en tu vida sean derribados. Cuando tú reconoces que no es por tu fuerza ni por tu habilidad natural, dependiendo totalmente del favor de Dios, es ahí cuando te asombrarás al ver las oportunidades  nuevas que se te abren.

El Espíritu de Dios es la fuerza suprema, es el dedo de Dios en la creación, es el soplo de vida, es el viento que trae oxigeno y energía. El mensaje divino dice: “No es con ejército… no es con estrategia humana, inteligencia humana es por mi Espíritu, dice el Señor.”

Estos dos elementos son los que en esta hora alcanzarán los logros más grandes nunca alcanzados: favor y poder del Espíritu de Dios.  Aún hoy están disponibles para todos aquellos que, por la fe, lo quieren tomar.

“Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes.”1 Crónicas 22:13

Busca este favor y no dejes de hacerlo hasta hallarlo. No corras a hacer cosas sin esta gracia. Las puertas abiertas son un favor de Dios. Cuando ellas se abren debes entrar, avanzar y creer que hay más cosas para obtener.

¿Quieres vivir bajo el favor de Dios? ¿Quieres edificar bajo su gracia?  Entonces debes tener en cuenta los siguientes puntos:

3.   Reconoce que por ti mismo no puedes
4.   Deja que el poder del Espíritu de Dios actué a través de ti.
·        Ponte como un instrumento en Sus manos.
·        Oye lo voz de Dios.
·        Déjate usar por Él

2. Conociendo mis derechos

El conocer tus derechos como hijo de Dios te hace vivir agradecido todos los días de tu vida. La salvación es parte de estos beneficios y  conlleva un número de favores que, como hijo de Dios, tienes que reclamar. Esto es tanto en lo físico como en lo espiritual.
En lo físico, te dice que Él tomó todas tus enfermedades en su cuerpo para que, por sus llagas, seas sanado. En lo emocional, te dice que dejes a sus pies toda carga y todo peso que agobia tu mente y que descanses en Él; pues Él tiene cuidado de Ti. Hecha sobre Él tu carga y el la llevará. “Venid a mí todos los cansados y cargados y yo os haré descansar”.

En lo espiritual, te dice que aquel que es justo para guardar tu cuerpo, alma y espíritu, lo preservara hasta el fin; para que seas guardado en su amor y presentado delante del Padre sin mancha y sin arruga. Sin pecado ni condenación.

Muchos son los beneficios de la gracia de Dios. El conocimiento de la Palabra de Dios y ponerla por obra en fe, sin dudar, te conducirá a recibirlos todos. A medida que crezcas en su conocimiento, mayor será el favor y la gracia sobre tu vida.

Para saber y aceptar quién eres en Cristo, debes romper las “fortalezas y estructuras” hechas en tu mente. La fe es el puente que te llevará a recibir todas las grandes bendiciones que están a disposición para ti. Ser cristiano es adoptar la vida y el objetivo que tuvo Cristo. Él puso su decisión firme como un pedernal y no quitó la mirada de su meta. Él entregó su voluntad para obedecer al Padre y agradarle en todo.

Debes vencer toda negatividad que está batallando dentro de tu corazón para poder realizar la perfecta voluntad de Dios; entregando todo lo que eres, de la misma manera que Cristo lo hizo. Pues, Él tomó la decisión de seguir al Padre y glorificarle sólo a Él.  

A veces,  pudiste creer que no eras importante para Dios porque no le conocías a plenitud ni nunca habías tenido una verdadera relación con Él, pero al descubrir quién eres en Cristo, despierta en Ti el deseo de buscarlo y  conocerlo más. Todos deben pasar por estos primeros  pasos:

1.   Recibir a Cristo
2.   Nacer de nuevo, es decir, cambiar el estilo de vida.

Recibir a Cristo en el corazón es creer en el  sacrificio que Él hizo por ti y aceptar el perdón de tus pecados a través de su sangre. Al hacer esto, con lo primero que te encontrarás será con la batalla de la duda en tu propia mente.

Tienes que tener en cuenta lo siguiente:

a)  ¿Dónde estás parado?
b)  ¿Quién eres?
c) ¿Qué autoridad tienes?

A continuación, explicaremos con más detenimiento cada una de estas preguntas.

a)  ¿Dónde estás parado?

Si haz recibido a Cristo, ahora estás parado sobre la roca, que es Él mismo, y haz entrado dentro del reino de la luz. Tus pies ya no caminarán por el camino de perversión, porque  Jesucristo te sacó  del poder  de las tinieblas y te ha trasladado al reino de luz; ahora, tus pies caminan hacia la vida eterna, lo cual es la victoria segura en Cristo tu Salvador.

Es muy importante saber que ya no le sirves al pecado, porque la paga del pecado es la muerte, y Dios te ha librado del pecado y de la muerte para heredar vida en abundancia.

“… el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” Colosenses 1:13-14

Muchas personas dicen creer en Cristo, pero siguen pensando, hablando y actuando como esclavos; aún están prisioneros del pecado (vicios, adulterio, malos pensamientos, ira y más). Jesucristo, hablando con Nicodemo, se refirió al traslado definitivo y total del vientre de las tinieblas, que es el reino de Satanás, al reino de la luz, que es el reino de Dios, como a “nacer de nuevo”. El reino de las tinieblas es como una bóveda oscura, como un gran vientre (similar al Seol, símbolo de donde cayó Jonás, dentro del vientre del gran pez). Por eso, Jesús dijo: “te es necesario nacer de nuevo”. Toda persona antes de aceptar a Cristo está dentro del reino de Satanás, mas cuando le cree a la Palabra y se compromete a obedecer a Cristo, hay un nacimiento. Se sale de las tinieblas donde estaba prisionero (como el bebé dentro del vientre) para salir a la luz y tener una vida nueva.

Si no hay ese traslado de la oscuridad a la luz, de prisión a libertad tanto de la mente como del yo, que es  la voluntad propia de cada ser humano, no habrá nacimiento; quedando el ser espiritual atrapado en el vientre del pecado y de la muerte espiritual, sin  poder salir a la luz que es “nacer de nuevo”. Por eso, es muy importante saber dónde estás ahora.

Si has analizado dónde estás, tienes que saber quién eres. Todo hombre que prueba la gracia salvadora de Dios, es hecho una nueva criatura en cristo Jesús.

Esa es la palabra correcta que necesitábamos encontrar “Nueva criatura”. Esta es la señal palpable y certera. Todo aquel que conoce la gracia y entra por la puerta de ella, se torna en una nueva criatura, las cosas viejas pasaron y  he aquí te conviertes, desde ese mismo momento, en una persona nueva.

 Un nuevo pensar, un nuevo vivir, un nuevo desear. Ya no se desea la vida pasada de desobediencia, porque el Espíritu que mora dentro nosotros nos anhela celosamente (Santiago 4:5).

Cuando una persona tiene una vida nueva en Dios, la simiente que estaba dentro de ella, que era la semilla de la Palabra, llegado el tiempo, da a luz una nueva criatura, nacida de Dios y de la simiente incorruptible

b)     ¿Quién eres?

Si eres hijo de Dios quiere decir que Él te ha hecho libre del reino de la oscuridad, por esa causa, el pecado ya no tiene poder sobre ti. Al ser hijo de Dios lo eres  juntamente con todos los beneficios que eso conlleva.
  
c)        ¿Qué autoridad tienes?

Dios ha prometido bendecir a todos sus hijos, y darles poder y autoridad. Mientras camines en esta tierra de la mano de Jesucristo, vencerás  todas las obras del mal. Toda autoridad le fue dada al hijo de Dios, y Él, a su vez, le ha dado esta autoridad a su Iglesia. Por consiguiente, al nacer de nuevo, te ha hecho parte de su cuerpo que es la Iglesia; y esto te con vierte en una persona revestida de poder y autoridad.



Capítulo IV

La Gracia de Dios Produce que Aborrezcamos el Pecado




 1.  Vivir bajo el  favor de Dios evita pecar
El Evangelio de la gracia de Dios nos lleva al Cristo crucificado, y Cristo a la santidad verdadera. Esta gracia inmerecida lleva al hombre a recordar que la obra que hizo Jesús es la única SALVACIÓN que tiene poder sobre el PECADO. ¡Aleluya!
Cuando el evangelio le es predicado al hombre más aborrecido por la sociedad (caído en la más baja condición,  por su propio pecado),  no solamente se le está diciendo que puede ser libre del infierno para tener una amplia entrada al cielo, sino que se le muestran los beneficios que puede recibir. Se le anuncia que a través de la gracia se mueve el amor de Dios, y este amor  lo puede liberar totalmente de la acción de pecar, lo rescata del hábito (por el cual está atado al hecho de hacerlo) y lo hace libre totalmente del deseo pecaminoso.
"Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera." Romanos 6:14,15
Dios, por Su misericordia, está dispuesto a liberar de la esclavitud del pecado a todo aquel que cree en “la gracia”, y convertirlo en nueva criatura. Y más aún, Él permite que esta persona pierda todo amor hacia el pecado y lo aborrezca.
“Todo aquel que permanece en Él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.”  1 Juan 3:6

De ahí viene la ley del pecado, porque este ya no se puede enseñorear más sobre los redimidos. Los rescatados de su mala manera de vivir entran al reino de la luz. En este reino, el pecado no prevalece ni se enseñorea más del alma, porque el alma es libre de condenación.

Si el poder del pecado era la ley, y el aguijón de la muerte el pecado (1 Corintios 15:56), damos gracias a Dios que, por la gracia, nos  hace libres de la condenación de la ley. Y si somos libres por la gracia, también somos vencedores del aguijón del pecado que culmina en muerte. Al ser salvos, por gracia, vencemos la muerte espiritual.

“El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.” 1Juan 3:8

Ya no eres más esclavo del pecado, sino que Cristo vino a deshacer esas obras que operaban dentro de  ti, no siendo más esclavo ahora, sino “hijo de libertad”. Pues, a libertad fuisteis llamados dice Dios.

“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” 1Juan 3:9

“En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.  Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.”1 Juan 3:10, 11


2.  Dentro del gran favor está la justificación de Dios.

“Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús…"  Romanos 3:24

En este texto, lo primero que encontramos es la redención de Cristo Jesús; en segundo lugar, la justificación de los pecadores que fluye de esa redención; y luego, en tercer lugar, la manera de dar esta justificación: "gratuitamente por su gracia."

En relación a este rescate, tenemos que observar que todo fue pagado en su totalidad. Cuando Cristo redimió a su pueblo, lo hizo por completo; no dejó ni una sola deuda para pagar después.

Esto te enseña que el sacrificio del Calvario no fue un pago parcial; sino que fue un pago absoluto y perfecto. Él obtuvo una remisión de las deudas de todos los creyentes que han vivido, que viven o que vivirán hasta el fin de los tiempos.

Él nunca habría tenido ese triunfo si no hubiera pagado la deuda en su totalidad. A menos que su Padre hubiera aceptado el precio del rescate, el rescatador nunca hubiera sido honrado de tal manera; pero debido a que fue aceptado, por eso Él triunfó así.

¿Cuál es el significado de justificación?

Explicaremos la justificación de manera sencilla y simple, para poder comprenderla mejor.

No hay tal cosa como una justificación que pueda ser obtenida en la tierra por los hombres, excepto, demostrando ser alguien justo. La justificación, es un término forense; siempre es empleado en un sentido legal. Un prisionero es traído al tribunal de justicia para ser juzgado, y sólo hay una forma en que ese prisionero puede ser justificado, esto es, no encontrándolo culpable. Si no es encontrado culpable, entonces es justificado, es decir, se ha demostrado que es un hombre justo.

Si ese hombre es encontrado culpable, no puede ser justificado. El juez puede perdonarlo, pero éste no le puede justificar; sus hechos no son defendibles. Puede ser perdonado; pero jamás, ni la corte misma podrá cambiar el mal proceder de ese hombre. Es tan criminal cuando es perdonado como lo era antes de serlo. No hay ningún medio entre los hombres de justificar a un hombre de una acusación que es levantada en su contra, excepto, cuando se demuestra que no es culpable.

Ahora, la maravilla de maravillas es que se ha demostrado que, aunque todos somos culpables, sin embargo, somos justificados: se ha leído el veredicto en contra del inculpado diciendo: es condenado; y sin embargo, a pesar de ello, somos justificados.

¿Puede algún tribunal terrenal hacer eso? No.

La redención de Cristo logró eso que es una imposibilidad para cualquier tribunal de la tierra. Todos eran culpables. El texto dice: "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…" Allí es presentado el veredicto de culpables, y sin embargo, inmediatamente después, dice: “somos justificados gratuitamente por su gracia.”
¿Cómo justifica Dios al pecador?

Jesús mismo se puso en el lugar del condenado. Él tomó el castigo y lo sufrió, siendo hallado culpable y escogiendo morir en lugar de ti y de mí. Al tomar Cristo nuestro lugar, nos justificó delante del Padre.

¿Hemos sido hallados culpables? Si, pero Él, en su gracia, nos justificó como hombres tomando nuestro lugar de pecadores.

Dios no ignoró el castigo, el castigo fue cumplido por completo. Fue colocado en otra persona en el lugar del condenado. El pecador debería morir, pero Cristo dice: "Yo seré el sustituto del pecador. El rebelde tomará mi lugar y Yo tomaré el suyo." El Padre aceptó la ofrenda de su hijo. En su infinita misericordia, dio su aprobación a dicho arreglo. “Hijo de mi amor”, dijo, "debes colocarte en el lugar del pecador; debes sufrir lo que a él le corresponde sufrir; debes ser considerado culpable y muerto en la cruz. Desde ese momento, miraré al pecador bajo tu sangre.  Lo veré como si fueras tú; y lo aceptaré como mi hijo, porque tú fuiste ejemplo y tomaste su lugar. Le daré una corona y lo llevaré a  mi presencia en el cielo, por tu sacrificio, y no dejaré jamás que nadie te quite la gloria que te mereces, porque te he dado un Nombre sobre todo Nombre, y te he dado autoridad sobre toda autoridad; Tú eres mi hijo amado, y el mundo lo sabrá"
¿Quieres volverte atrás en tu caminar con Cristo? ¿Deseas más las vanidades pasajeras del mundo y sus deseos presuntuosos, o quieres la gloria imperecedera al lado del Padre y del Hijo, el todopoderoso Dios? El precio que Jesús pagó por ti fue demasiado caro para que lo desprecies.

Esta es la única forma en que eres salvo: siendo justificado, gratuitamente, por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. Maravilloso don de Dios dado a los hombres “Jesucristo, el regalo de Dios para ti”.



Capítulo V

¿Quién soy en Cristo?
  



1.    Soy nueva Criatura

2 Corintios 5:17 nos declara que:

“…si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

Dios ha prometido, por su Palabra, una vez que se acepta a Cristo como salvador, se entra a ser una  nueva criatura, la forma de actuar anteriormente se cambia. Al tener una nueva identidad, también tienes dignidad, si estás identificado por lo que eres a través de Cristo, tienes seguridad de quién eres.
El ser nueva criatura es el milagro del nuevo nacimiento. El misterio de este nacimiento espiritual se logra por el Espíritu de Dios. El poder nacer físicamente se debe a un proceso natural. Primeramente, debes ser fecundado, desarrollado y, al pasar el tiempo, dado a luz (lo que se ha  entretejido por nueve meses en el vientre de una madre). Así  Dios te ha llamado, pero quiere que seas escogido para que nazcas en el reino siendo una nueva criatura. Este proceso es espiritual y en todo vemos la gracia y la voluntad perfecta de Dios hacia los escogidos. Cuando Jesús habló acerca del nuevo nacimiento, lo que Él quiso decir, literalmente, es nacido de lo alto, lo cual significa que este nacimiento es un acto de Dios por el cual la vida eterna es impartida al nuevo creyente.

2.     Soy  hecho a su imagen

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” Génesis 1:27

Dios hizo a Adán (varón) a su imagen y semejanza. La palabra imagen, en griego, es /eikon/, que incluye la representación y la manifestación. Dios nos hizo a su imagen y semejanza. La palabra semejanza, en hebreo, es /demut/, que  denota figura, forma, molde, diseño, patrón, réplica.

Toda la raza humana adquirió la imagen caída de Adán, ahora bien, Cristo se hizo hombre para tomar la imagen del hombre caído y restituirla  a la primera imagen, a la original de Adán antes que la trasgresión se hiciera un hecho.

Al venir el  segundo Adán que es Cristo, el Padre se complace en devolver la imagen (la de su hijo) que fue la original dentro de su plan divino. Estos son los escogidos que han sido llamados a ser parte de la iglesia del Señor.

“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Romanos 8:29

Esta verdad  nos da aliento y es que por  Cristo y su encarnación, ahora podemos gozar el privilegio de llevar su imagen. Primeramente, porque Dios hizo al hombre a


su imagen y, segundo, porque el carácter y personalidad
de Cristo, el segundo Adán, nos devuelve la imagen distorsionada a la original. Pablo decía que llevaba las marcas de Cristo en su cuerpo; y también decía: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”. Tienes que sentirte diferente cuando sabes que ya no llevas más la imagen del terrenal, sino que, ahora, tienes el honor de llevar la imagen divina en ti.

·        Llevas su mismo caminar
·        Tienes su mismo amor
·        Miras con su misma compasión
·        Posees su misma pasión.

“No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,  y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno…” Colosenses 3:9, 10
¡Qué privilegio más grande es ser renovado día tras día conforme a su imagen! Tendremos esta bendición de ser como Él es; transformado en gloria.

“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”
1 Corintios 15:49

Ahora estamos cambiando el viejo hombre para el nuevo hombre vivificado en Cristo; y el cuerpo terrenal también será trasformado, tomando forma del cuerpo glorificado de Cristo. Esta es una  promesa  maravillosa, nuestra imagen física será transformada como la del cuerpo glorificado de Jesús después de la resurrección.

3.      Soy hijo de la promesa

“Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.  Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.  Más ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.  De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” Gálatas 4:28

El libro de Gálatas hace una alegoría entre hijo y esclavo, ya que para entender la herencia que los hijos recibían, debemos entender la diferencia entre hijo y esclavo.

Ser hijos de la promesa nos da el patrimonio de ser aquellos que van a heredar la herencia del Padre. Muy distinto a los “esclavos”, que no tenían parte en la herencia. Estaban, pues, los hijos legítimos, los adoptados y los esclavos nacidos en la casa. Los hijos legítimos y los adoptados recibían la herencia que el padre de la casa determinaba. El hijo mayor o primogénito recibía el doble de la herencia. Por ejemplo, tenemos a Cristo como el primogénito del Padre Celestial. Jesús, como el hijo mayor, recibió más porción de unción. Pero cada lavado en la sangre y nacido de nuevo, recibe el derecho de tener la herencia. No así los esclavos, hijos de los tutores.

Nosotros antes éramos esclavos del pecado, ajenos a la familia de Dios; sin embargo, Cristo, en su amor, nos adoptó para ser partícipes de sus bendiciones. Tenemos que saber las funciones del esclavo, porque siendo nosotros esclavos del pecado, Cristo nos hizo libres.

La palabra esclavo proviene de la raíz griega /doulos/, que significa: estar en cautiverio, uno en condición de servidumbre, devoto a otro sin atender los propios intereses.

La esclavitud data de la más remota antigüedad. Había diferentes maneras de adquirir esclavos:

·        Haciéndolos prisioneros en las guerras
·        Comprándolos a un marchante
·        Por nacimiento en la casa del dueño
·        Por el sistema de compensación
·        Por haber robado
·        Por deber algo a alguien

Según la historia, en Roma y Grecia eran más los esclavos que los hombres libres, y en Egipto y Babilonia era muy común la esclavitud. El cristianismo  evadió cambios acerca del uso de la esclavitud, debido a que, por la gracia salvadora de Dios,  el hombre ha sido libre de la esclavitud tanto física como espiritual. ¡Gloria sea a Dios que ahora podemos declarar que somos hijos de la promesa! La persona que sabe, entiende y cree que los hijos reciben la herencia del Padre; gozan de todos sus beneficios. ¡Somos hijos de Dios por la fe y no hijos de esclavitud!, ¡a Él sea toda la gloria y honra, pues, es por su gracia que recibimos esta promesa!

¡Apréndetelo de memoria!
¡Repítelo hasta creerlo!

Conoce quién eres en Cristo y descubre los maravillosos beneficios gratis que obtienes al pertenecer a Él. “¿Quién soy en Cristo?” ampliará tu conocimiento y fe para que puedas llevar una vida segura y victoriosa. Te ayudará a afirmar tu fe para vencer toda la presión que existe hoy en el mundo que te mueves.

¡Aprende leyendo! Y comienza a ponerlo en práctica en este momento. Vive sabiendo quién eres en Cristo y ¡ríete de los problemas! Repasa las virtudes que Cristo compró para ti en la cruz del calvario, para que disfrutes de una vida plena y abundante en Cristo.

¡Que la victoria del Señor se manifiestes en tu vida, cada día!